jueves, 5 de marzo de 2015

MIS AMIGAS: "LAS ONCE DE SIEMPRE".

No sé si ellas estarán de acuerdo en que escriba sobre algunas de nuestras anécdotas, pero si sé que al leerlas no aguantarán la risa. Así que ahí va.
A continuación mencionaré y describiré a cada una con un sobrenombre.
Lara: La relajada, aventurera, no quiere hijos y quiere viajar por todo el mundo, no le teme a los retos y es más fresca que una lechuga. Le encanta la velocidad, es lechucera y le encanta el filtreo en cada salida.
Leona: La piernona, apasionada, determinada, amorosa, fogosa. Cuando ama se entrega por completo. Tiene mucha suerte en el amor. Le gusta ser sexy y que los demás la admiren. Cuida su figura, aunque no le gusta hacer muchos ejercicios.
Pulguis: Ella amaba ser deportista cuando estaba en el colegio, aclarando, cuando estaba en el colegio; ahora no. Chiquita pero se da a respetar. Le encanta comer comida chatarra, por ello tiene problemas con el control de su peso, pero eso no le importa demasiado; ya que ella es de por sí hermosa.
Candy: La incomprendida. Siempre sufre por el amor, y se vuelve dependiente emocionalmente cada vez que tiene una nueva relación. Se enamora con facilidad. Ella es tierna y salvaje, pero fácil de influenciar.
Gala: Le encanta darse su espacio y estar sola en algunos momentos para encontrarse a sí misma, no tiene mucha paciencia, rechaza a las personas negativas. Le encanta un buen libro y la buena música, para ir más allá de la realidad. No le tiene miedo al fracaso, aunque de ella dependan algunas personas. Su lema es: “Todo tiene solución en la vida, menos la muerte”.
Pequita: La sexy. Aparenta ser muy fuerte, pero realmente es muy sentimental. Tiene un carácter muy noble y siempre trata de ayudar a los demás. Tiene unos ojos que transmiten mucho amor y paz. Es hermosa por dentro y por fuera.
Manu: La protectora. Es extrovertida, práctica y muy decidida. No se deja derrumbar por los problemas, y siempre encuentra una solución. Excelente consejera, aunque a veces suele ser demasiado directa y puede llegar a incomodar; pero lo hace de buena fe. Se arregla en 5 minutos, poco usual en una mujer.
Abby: La inocente (Al menos eso parecía). Es amorosa, una chica despreocupada que le gusta  ser diferente al resto. Ella es reservada, pero divertida y siempre tiene una sonrisa para regalar. Le encantaría pintarse el cabello de colores. Es un volcán de pasión detrás de una cara angelical. ¡Eso solo lo sabe su esposo!
Suimin: La dormilona, soñadora, “fumanchú”… ¡ji, ji! Es creativa y muy pacífica. Casi nunca se enoja. No tiene suerte en el amor, pero eso no le preocupa mucho porque es feliz consigo misma.
Cassy: La caderona. Siempre llama la atención. Nocturna, le gusta bailar salsa y el vino. Tampoco tiene suerte en el amor. Le gustan los hombres grandes y musculosos, de esos que dan miedo.
Yo: La seria, reservada, ceremoniosa pero cariñosa. Muy romántica y cuando se enamora lo da todo. Con el tiempo y las malas experiencias amorosas, aprendió a protegerse y a poner en primer lugar sus sentimientos. Le gusta que la abracen y caminar de la mano. A veces es cursi, aunque trate de aparentar lo contrario. No se enoja con facilidad, pero cuando lo hace es mejor no estar cerca, porque alguien puede resultar herido.

Ahora comenzaremos con el relato de algunas anécdotas de la época del colegio.
Éramos once adolescentes que cursábamos el tercero de secundaria. Aún las recuerdo como en esos tiempos, todas muy distintas una de la otra. Cada una teníamos algo que nos diferenciaba.
Hago referencia a tercero de secundaria, porque en ese año fue que nos compenetramos mucho más, y tuvimos experiencias muy jocosas.
Nuestras clases de Educación Física eran casi siempre la hora de la tortura. Teníamos una profesora nada femenina y demasiado dura para nuestro gusto. Recuerdo cada vez que hacían casting para las olimpiadas del colegio, la única que salía elegida era La Pulguis, como ya les mencioné, ella era la más apta para esos temas. Las demás nos dedicábamos a “hacer barra” -alentar al equipo- pero casi nunca lo hacíamos.
Recuerdo la vez en que nos enseñaron a lanzar la Jabalina y nuestra muy apreciada amiga Suimin, quien era y es zurda, trataba de lanzar la jabalina con la derecha; ya se pueden imaginar la escena, la jabalina clavada directamente a un paso de ella….¡ja, ja, ja! Siempre nos preguntábamos el porqué no intentaba lanzarla con la izquierda…¡plop!
También algunas de nosotras formamos parte del supuesto equipo de Softball. Entrenábamos – si es que así se le podía llamar a eso – después de la salida del colegio. Nuestro primer Juego fue frente al equipo de un colegio Japonés y adivinen lo que pasó. Sí, eso mismo, terminamos perdiendo 31 a 1. Salió publicado en el diario de la ciudad. Pero en lugar de estar tristes por esa derrota, empezamos a cantar una canción que nos enseñaron. Decía así: “Lo importante es competir no es ganar. Si tú pierdes aún así tú ganarás. Practiquemos con amor al deporte, que nos enseña a ser mucho mejores…lalalalala”. Esa canción fue hecha para que no nos sintiéramos mal. Aunque admito que no nos interesaba mucho si ganábamos o perdíamos, ya que la pasábamos de lo mejor.
Hasta ahora tengo una duda, y no logro comprender, el por qué nos encantaba sentarnos al costado del barril de basura. Apenas sonaba la campana del recreo, todas salíamos y nos acomodábamos en círculo al costado del bendito barril. Seguramente para evitarnos la fatiga de tener que levantarnos a tirar la basura, pero finalmente nada caía dentro del barril, todo caía alrededor. La señora de la limpieza, siempre pasaba regañándonos. Su nombre era “Margarita”.
Como en todo grupo de colegio, la hora del recreo era la hora del refrigerio y nadie, en absoluto, quería compartir su lonchera. Para evitarme esos trotes, yo siempre llevaba combinaciones extrañas como: pan con paté de pollo y mermelada, pan con jamón y mermelada, gelatina mezclada con arroz zambito y cosas así, por lo que mis amigas con solo mirar la apariencia de mi refrigerio optaban por no pedir que les invite; pero siempre había una que no le importaba e igual me pedía, ella era mi amiga Candy, la del apetito voraz. Ella era chiquita pero revoltosa, cuando se juntaba con Lara eran un par de terremotos. Lara, siempre llevaba pan con carne, dispuesta siempre a cambiar con alguien su lonchera; ya que ella estaba harta de comer siempre lo mismo. Era así que Candy hacía trueque de su pan con mantequilla y mermelada, a cambio del pan con carne de Lara. ¡Qué tal cambio!
Otra anécdota muy chistosa que recuerdo, era cuando una vez Pequita llevó panes con atún para vender, ya que el salón se había convertido en todo un comercio. Unas vendían golosinas, otras galletas, etc. En está ocasión, nuestra muy querida Pequita se le ocurrió llevar esos panes con atún y su cebollita…mmmmm….¡qué rico!, pero su gran error fue avisarnos antes del recreo. Bastó que ella pida permiso para ir al baño, para que las once abriéramos su mochila y nos repartiéramos todos los panes. ¡Ay!...cuando llegó Pequita del baño, no podía creer que ya no tenía los ricos pancitos para la venta, lo único que hizo fue mirarnos y vernos las caras cachetonas, embutidas de pan y con un aliento a pescadito… ¡jejeje! Jamás le pagamos. Así que Pequita, si estás leyendo estas líneas, la deuda hasta la fecha debe tener harto interés. ¡Saca la cuenta!
Como dejar de mencionar a Gala, La Violenta, no tenía paciencia y siempre se desquitaba con Candy. Parecía esos sacos de box que se usan para entrenar, así maltrataba nuestra  Gala a Candy. Era algo inexplicable, como si el universo estuviera confabulado para que Candy sea el punto de golpe de Gala. No puedo negar que era divertido ver como se peleaban.
Ahora tocaremos las borracheras.
Ya en 4to y 5to de secundaría hacíamos nuestras reuniones “cheleras”, con la famosa cerveza light de esa época;  casi siempre eran en casa de Manu o en mi casa. Una vez, cuando hicimos la reunión en mi casa, Abby y Candy terminaron muy mal. Se creían gatos, pues terminaron gateando y, cuando Manu las tenía que llevar a sus respectivas casas, las benditas chicas no querían entrar al taxi. Una entraba por una puerta, mientras la otra salía por la otra. Esa imagen aún la tengo grabada en mi mente. Pensar que ahora son mujeres muy serias y respetadas. Una es Químico Farmaceútica y la otra Abogada.
Cassy, no se queda atrás, pues ella, en una ocasión, rompió el vidrio de la mesa de centro de mi casa, haciendo su exuberante baile. ¡Claro, con semejantes caderas! Al día siguiente llegó con un  centímetro para tomar las medidas del vidrio y comprar uno nuevo. ¡Linda Cassy, no creía que ella había hecho eso! No se acordaba.
Leona, la chica de las piernas macizas. Recuerdo aquella vez que en el recreo estábamos jugando vóley o mejor dicho tratando de jugar vóley, llegado el momento en que le tocaba entrar a Leona, ella no quiso y empezó a quejarse de un dolor en la parte inferior del estómago. Todas creíamos que se estaba haciendo la enferma para no jugar, y Lara la comenzó a jalonear para que se levante, pero ella seguía con su cara de dolor.  Al final llamaron a la ambulancia, y la llevaron de emergencia. La operaron del apéndice. ¡Qué crueles éramos! No creímos en la cara de sufrimiento de nuestra Leona.
Yo, era bien tranquila, corrección, soy tranquila… ¡ji, ji, ji! Era la que siempre les daba sermones de conducta, en especial a Candy. En los exámenes no dejaba que se copien. Me pateaban la pata de la carpeta para que les sople las respuestas; pero yo jamás volteaba a decírselas. ¡Qué aguafiestas era! Ahora que lo pienso, yo era demasiado espesa, pero así me querían y hasta ahora me quieren. Tenemos contacto gracias a la tecnología. Todas estamos conectadas en grupo en Whatsapp y siempre sabemos una de la otra. Algunas ya son mamás y otras mamacitas, algunas vivimos en Perú y otras están por Chile, España, EEUU y Brasil, pero a pesar de la distancia, la amistad que tenemos sigue en pie. A veces discutimos o nos resentimos por cosas vanas, pero al final siempre terminamos juntas.
Hay muchas más anécdotas por contar:
-          La de las cucharas en la mochila de una compañera, que por molestar a Candy se hizo acreedora a esos bichos.
-          La de las maracas de Lara.
-          La de los libros de historias eróticas que llevaba Gala para leer en el recreo.
-          La del ácido del laboratorio de ciencias.
-          La de los peces del acuario.
-          La del vestido “con ayudita” de Leona.
-          Etc.

¡LAS QUIERO MUCHO HERMANAS DE CORAZÓN!

CJAT