domingo, 9 de agosto de 2015

¡MATRIMONIO! O ¿MATRIMONIO?


¡MATRIMONIO! O ¿MATRIMONIO?

“Acepto amarte en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte nos separe”; creo que algo así son los votos matrimoniales, no estoy muy segura; pero la verdad es que muy pocos matrimonios jóvenes logran cumplir con esta promesa.
Últimamente, todos en mi entorno hablan del matrimonio, de los hijos, del colegio, de pañales, etc. y me siento como una marciana en el planeta del “Nunca, Jamás”.  Ya la mayoría de mi promoción está casada y otra parte que lo estuvo, ya no lo está; pero ahora con hijos.
Siempre escucho en conversaciones con amigos y familia, que las mujeres sueñan con encontrar al hombre ideal y viceversa; pero ¿por qué cuando se supone que encontraron al hombre o la mujer ideal, al final – en muchos casos – se terminan divorciando? ¿Acaso la promesa que hicieron frente al altar no es lo suficientemente fuerte, como para luchar y llevar adelante esa unión? Tristemente, veo que la mayoría de jóvenes se apresuran en esta decisión, por diferentes factores, y se casan por casar; y apenas surgen los problemas ya quieren abandonar el “barco”, como si se tratase de un simple cambio de ropa. Es verdad que no son todos los casos, pero sí de la gran mayoría.
Las personas en mi entorno se asombran cuando les digo que aún no pienso tener hijos, ni casarme, lo que no significa que no quiera compartir el resto de mi vida con alguien a quien ame con todas mis fuerzas, y que también me ame y me respete; pero para mí no es necesario firmar unos papeles, que me den la seguridad que me estoy emparejando con alguien, para mí es suficiente que yo lo ame y que él me ame, que yo lo respete y que él me respete, que nos aceptemos con nuestros defectos y virtudes. Para mí la firma de un papel que diga “señora de xxxx”, no me garantiza la felicidad ni la fidelidad hasta que la muerte nos separe; sin embargo, veo que la gente me mira como si fuera “La Abominable Mujer de las Nieves” por tener ese pensamiento. Eso me afecta, aunque no lo dé a demostrar, pero me hace dudar si lo que yo pienso está bien o no.
Si bien es cierto, yo soy romántica y algo cursi, pero veo al matrimonio de otra forma. El matrimonio no debería ser denominado como una Sociedad Conyugal, ya que no es un negocio donde al casarme pongo condiciones de Bienes Mancomunados o Separación de Bienes. No estamos hablando de un producto ni de un servicio. Siento que el pensar en que lo mío es tuyo o que lo mío es mío, es como si estuvieras dando por sentado que en algún momento te vas a divorciar o separar, ¿ acaso no confías en tu capacidad de amar y que te amen? Eso me parece terrible.
El matrimonio debería definirse como la unión voluntaria del amor fiel, respetuoso y tolerante, sin garantía de felicidad permanente; ni un hasta la muerte nos separe, sino un sí te acepto, pero no te garantizo que todos los días de nuestras vidas serán felices. Lo único que sí te puedo garantizar es que haré todo lo que esté en mis manos para hacerte la persona más feliz que puedas ser. Ojo que estoy escribiendo “la persona más feliz que puedas ser”, hago hincapié en esta frase, porque aunque una haga lo mejor que pueda, no siempre se logrará los momentos felices que la otra persona anhela; pero siempre hay que darlo todo por la persona que amas.
En fin, no puedo evitar sentirme algo confundida, en especial hoy. No sé por qué, seguro estoy en mis días previos a mi período. Son de esos días que me pongo sentimental.
En conclusión, diría que el matrimonio no es un Business; sino que es una unión de amor sin condiciones, ni papeles, ni avales o garantías.
Yo simplemente quiero compartir mi vida con alguien que me ame con las mismas fuerzas y valores con los que yo lo ame. Para mí la única bendición necesaria es la de Dios y no la del hombre, porque al final la ley del hombre no respeta los votos que se hacen ante Dios y te otorga la facultad de separarte de la persona a la que aceptaste amar por el resto de tu vida, por ende si no están seguros de estar dando el paso correcto, mejor darse más tiempo. Tampoco estoy avalando que una deba de quedarse y luchar por sacar a flote un matrimonio donde uno de los cónyuges es maltratado; muy por el contrario, un amor sano es un amor duradero. No aceptes, si no estás segura que te respetarán y valorarán.
“Te amaturus sum per saecula saeculorum”.
Un chistecito final (sin querer herir susceptibilidades): “Algún día tendré que casarme, no toda la vida voy a ser feliz”.


CJAT