martes, 26 de mayo de 2015

Mi padre, un recuerdo que conocí poco y llegué a amar mucho.


Mi Padre y yo nunca tuvimos una relación muy estrecha, pues mi hermano y yo compartimos con él, únicamente, hasta la edad de 9 y 8 años respectivamente; pero en los últimos años de su vida en la que él regresó a vivir con nosotros – mi madre, mi hermano y yo- pude llegar a conocerlo y a entender que el único que puede juzgar los errores es Dios. Aprendí a quererlo, amarlo y respetarlo.

Lo que voy a narrar a continuación, es el sentimiento que pude observar que tuvo mi padre cuando le vino una enfermedad que lo limitó en varios aspectos de su vida, y que lo convirtió en alguien dependiente. Ahí va.

En un momento en que él no se lo esperaba, le sobrevino una dolencia que culminó en una invalidez. Él sintió que la vida se le había acabado. Su identidad empezó a tornarse borrosa. Era como colgar su personalidad en el armario con la ropa, y convertirse en un caso más: “El paciente del cuarto número X”.
Dejó de ser un hombre para convertirse en un caso clínico, en una enfermedad, en alguien que se pasaba el día tendido esperando exámenes diarios; que se le observe, que se le revise con detenimiento y que se lleve un control de su estado, anotándolo en gráficos, como si se tratara de la fluctuación de las cotizaciones de la bolsa.
Fue aquella humillación; aún más que el dolor, la debilidad y el aburrimiento, lo que hizo que la experiencia le resultara difícil de soportar. ¡Pasar de ser algo a no ser nada!
En el sufrimiento, él sentía que se quedaba solo. No tenía compañía para soportar toda esa impotencia. Él se encontraba en Cuba tratándose la hemiplejia, que le había dado a una edad temprana en la que un hombre tiene muchas cosas por terminar, y muchas metas por cumplir. Él tenía 54 años. Si es que la memoria no me falla, esto sucedió en el año 1996, cuando él se encontraba como Gerente Residente del Ex Hotel de Turista de la ciudad de Tacna - Perú. Él sufría de constantes dolores de cabeza,  nunca se hizo los chequeos necesarios para controlar esas  jaquecas. El estrés propio de su trabajo, y las jornadas duras propias de los profesionales en Hotelería y Turismo, no le permitían descansar apropiadamente. Es así que un día cualquiera, le vino uno de esos dolores de cabeza que comúnmente le daban, no le hizo caso y siguió con sus actividades diarias. A la hora del almuerzo, subió a su suite a tomar un descanso breve, fue ahí que todo se le nubló y cayó tendido al piso; aún le quedaba algo de lucidez, logró alcanzar el teléfono y balbucear por la línea telefónica: ¡AYUDA!
La telefonista, al no entender lo que sucedía, envió al conserje a ver que estaba ocurriendo. Al subir a la habitación, el conserje vio tendido en el suelo a mi padre e inmediatamente llamó a la ambulancia. Ya lo demás es historia. Le había dado hemiplejia y desde ese momento su vida cambió. Felizmente, la empresa pagó su rehabilitación en Cuba.
Yo tenía 16 años cuando me enteré lo que le había pasado. Mi madre, mi hermano y yo vivíamos en Trujillo.
Mi madre nos llevó a ver a mi padre, que luego de estabilizarlo lo habían trasladado a la ciudad de Ica, al Hotel Las Dunas; en donde se estaba quedando con los enfermeros hasta que se regularice todos los trámites para su viaje de rehabilitación a Cuba.
Luego de 8 meses de intensas rehabilitaciones, mi padre llegó a Perú y ya no estaba en silla de ruedas, ahora usaba un bastón y, su parte izquierda del cuerpo estaba a la mitad de su movilidad.
Aún en ese estado, él pidió seguir trabajando; ya que su mente estaba intacta y fue de esa manera que lo trasladan a la ciudad de Tacna, en donde pasó sus últimos días como Gerente Residente del Ex Hotel de Turistas de Tacna hasta el año 2005. Ahí se jubiló de forma anticipada a los 63 años y regresó a Lima – donde ya nosotros estábamos viviendo – a pasar sus últimos días de vejez. Mi hermano ya tenía 26 años y yo 25 años. Era algo extraño; pues si bien es cierto era mi padre, pero no lo conocía bien. Recién empezaríamos a convivir todos juntos.
Por un lado, es cierto que se le había despojado de cuanto había sido motivo de placer y satisfacción; su salud, fortaleza física, una profesión interesante, todos sus libros, cartas y amigos. Por otro lado; sin embargo, todavía estaba en posesión de sus facultades mentales y podía pensar por sí mismo. Tenía al fin y al cabo, su vida interior. ¡TENÍA SU VIDA!
Su presente, ese instante que pasa fugaz por el tiempo, era cuanto él y cualquier otra persona tiene en sus manos, y mi padre sentía que lo estaba arruinando al ceder a la ansiedad que le suscitaba.
“Tengo que buscar algo que me dé ánimos de seguir adelante”, eso me confesó en las pláticas que teníamos cuando vino a vivir de nuevo con nosotros. “Tengo que encontrar nuevamente la razón de querer seguir adelante y tener fuerzas” – se repetía a sí mismo.
Esa idea irrumpió con fuerza en su interior. “Si en este instante puedo estar contento, seré un hombre feliz”- decía-. Fue entonces cuando pensó en nosotros sus hijos, Christian y Cynthia. Él me confesó, que le pedía a Dios que le prolongue la vida para poder disfrutar de nuestra compañía, ya que no tuvimos una cercanía en años pasados. Él decía que mientras sintiera el amor de nosotros podría seguir una vida feliz.
Recuerden que aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día, pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que toda dolencia. Así que no nos fijemos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que, lo que no se ve es eterno.
El hombre solo es del presente, su presente, su instante; lo demás es de la naturaleza, de Dios, de Jesús.
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Con frecuencia; sin embargo, observamos con gran pesar  la que se ha cerrado y eso nos impide ver la que se nos ha abierto.
Finalmente, años más tarde por la cantidad de pastillas que tomaba para sobrellevar su enfermedad, le vino otra dolencia  mucho más grave, que se lo llevó en menos de tres meses. Le dio cáncer al hígado.
Falleció el 26 de Julio del año 2012, faltando 7 días para que cumpla 70 años; pero pudo conocer y disfrutar de su primera nieta a la que amó con todas sus fuerzas – Andreita, La Luz de sus Ojos, eso fue lo que me dijo-.
Falleció en compañía de nosotros; mi madre, mi hermano y yo. Todos agarrados de la mano en la cama del hospital. Su cuerpo ya no funcionaba, pero una lágrima cayó de sus ojos y luego se escuchó el “piiiiiiiiiiiiiii” de esa máquina que lleva el control del estado del cuerpo. Se había ido. Su cuerpo delgado, producto del cáncer, yacía en la cama, no podía creer que ya no estaba. Sus manitos aún permanecían tibias, pero poco a poco se fueron enfriando.
Lo que les puedo decir es que jamás juzguen a sus padres.  El único que puede hacerlo es Dios.
Ahora les puedo confesar que siento que pude haber hecho mucho más por mi padre, pero a veces el resentimiento y la inmadurez que uno tiene, hacen que pierdas grandes oportunidades de amar y perdonar.
Él cometió errores, pero los hijos no somos jueces y ahora lo entiendo.
En mis oraciones siempre te tengo presente padre mío, y le pido a Dios me perdone si alguna vez llegué a sentir sentimientos negativos hacía ti.
El día que falleció comprendí, que el amor de un hijo siempre está presente en el corazón, y que ver partir a un ser que uno llega a amar al final de sus días, es demasiado doloroso. Quisiera retroceder el tiempo y abrazarlo fuerte y decirle que lo amo con todas las fuerzas de mi ser; pero ya es demasiado tarde.
Sé que ahora su espíritu está con Dios, pues sus pecados le han sido perdonados y solo espero que él me perdone los míos.
¡Te amo Ángel Eduardo Arcaya Carrillo! 





lunes, 11 de mayo de 2015

AMAR O NO AMAR, HE AHÍ EL DILEMA.

AMAR O NO AMAR, HE AHÍ EL DILEMA
¿Por qué el amor es complicado? Amas a quien no te ama y a quien te ama no lo amas. Es como una cadena. Esta cadena tiene un inicio donde siempre hay uno que ama más que el otro o que da más en la relación que la otra parte, pero en qué momento te das cuenta que has llegado a amar a tu pareja. Es una interrogante que muchos se hacen.
Una vez a mí me dijeron que me amaban en menos de un mes de iniciar una relación. Eso me lleno de miedos y preguntas como por ejemplo: ¿Será un obsesionado?, ¿Tendrá inseguridades?, ¿Si no me conoce bien qué hace diciendo que me ama?, ¿Será de esos que quieren estar pegados como chicles?, bueno, la cosa es que acabe con esa relación más rápido que volando. Me dio mucho temor. Quizás no quise averiguar si era cierto o no, o quizás me dio temor enamorarme.
El tema acá en cuestión es conocer en qué momento sabes que amas a tu pareja y si realmente quieres compartir el resto de tu vida a su lado.
No soy psicóloga ni tampoco sexóloga, tampoco tengo una enorme experiencia en el tema, pero puedo opinar alguito. La etapa del Enamoramiento Inicial es la etapa más linda de una relación. Es cuando todo lo quieres hacer con tu pareja. Es la etapa de la pasión, del fuego, de la atracción sexual, donde todo de tu pareja te atrae. Sientes muchos deseos de tenerla al lado. Pasada esta etapa viene la etapa del Enamoramiento Maduro donde ya empiezas a analizar algunas cosillas que no te agradan de tu pareja o por el contrario empiezas a admirarla y proyectarte un futuro a su lado. No todos llegamos a esta segunda fase, muchos se quedan en la primera etapa del enamoramiento, ya que les gusta sentir esa continua pasión y esas “maripositas del estómago”. Las personas a quienes les gusta permanecer con ese primer sentimiento son las que generalmente andan cambiando de pareja a cada momento y duran muy poco en una relación o por el contrario andan con dos o más personas al mismo tiempo. Son las que llamamos volubles. Su inmadurez emocional es notoria.
Ahora, digamos que ya hemos pasado a la segunda etapa del enamoramiento, El Enamoramiento Maduro. Nos vemos a futuro con nuestra pareja, hacemos planes, tenemos objetivos y metas en común. Mientras vamos caminando por esta fase empezamos a sentir un apego racional a la pareja. Aceptamos sus defectos y virtudes, obvio que con las peleas o discusiones de toda pareja “común y silvestre”, pero, al fin y al cabo, sabes que es la persona que te complementa. Luego de esta etapa, es donde a mi parecer, viene la confusión. Denominaremos a la tercera etapa del enamoramiento como la del Enamoramiento Confuso, ya que no sabes si has llegado al punto de amar a la persona o simplemente es costumbre, o quizás es una mezcla de amor y costumbre. Recordemos que en esta etapa ya no hay demasiada pasión y fuego sexual como en la primera y algo en la segunda.
Yo, por ejemplo, hasta la fecha, creo que la relación más larga que tuve, que fue de tres años, fue finalmente más costumbre que amor. Ya no quería tomarme el trabajo de conocer una vez más a alguien nuevo y comenzar de cero, me daba pereza volver a iniciar una relación formal con otra persona, como el viejo y conocido refrán: “Más vale malo conocido que bueno por conocer” o “Más vale pájaro en mano que cien volando” o “Mal con él, peor sin él” o como diría Chespirito “Me doy”…¡jajajajaja!
La verdad es que la respuesta a esta última etapa está un uno mismo. Si amas a la persona podrás sobrellevar sus defectos y amarás sus virtudes; por el contrario, si es solo costumbre, te incomodarán a sobre manera sus defectos y te dará igual sus virtudes. No pretendas cambiar a la persona que tengas al lado, puedes ayudar a que mejore, más no quieras que cambie, porque su esencia fue lo que al final te enamoró. Ahora si estás con un obsesivo(a) compulsivo(a), un abusivo(a), mejor te alejas y ya.
Lo ideal en toda relación de pareja – y es lo que yo anhelo también- es pasar a la última y cuarta etapa del enamoramiento que la denominaré “Enamoramigos con amor”, es una frase que se me acaba de ocurrir. 
“ENAMORAMIGOS” la tome de la palabra ENAMORAMIENTO y de la palabra AMIGOS.
En esta fase ya sabes que amas a tu pareja. La amas por su interior y por su exterior. Ya han vivido el fuego de la pasión, se conocen mutuamente, se han aceptado y ayudado y ahora son los mejores amigos y compañeros que compartirán la vida hasta el final. Ya no hay discusiones por cosas vanas, ambos tienen una conexión única en cuanto a cosas afines, cada uno sabe darse su espacio sin celos ni desconfianzas, se acompañan y saben que la vejez juntos es la felicidad plena.
“Amar o no amar, he ahí el dilema”. Si estás dispuesto a pasar por todas estas etapas y darte el tiempo y paciencia de conocer al máximo a tu pareja, te felicito, porque eres una persona madura; pero si no, normal, vive la vida, sé feliz con tu soltería sin dañar a los demás; pero solamente recuerda que la soledad al final te va a llenar de tristeza. Dios nos ha creado para amar. Amar la naturaleza, amar a tu prójimo. Nos ha creado para vivir de a dos, no de a tres ni de a cuatro, ni como algunos dicen “Amor de lejos felices los cuatro”, ¡NO!
No confundas el hecho de querer tu espacio con el hecho de querer estar solo. No vaya a ser que cuando menos te des cuenta la persona indicada ya se fue de tu vida y ahora forma parte de la vida de otro u otra. El tiempo pasa y no regresa. Aún no existe una máquina del tiempo para volver atrás y recuperar aquello que perdiste.
¡PIÉNSALO!
https://www.facebook.com/imperfectamente.perfectos
CJAT

martes, 5 de mayo de 2015

Una Reflexión de mis sentimientos.

UNA REFLEXIÓN DE MIS SENTIMIENTOS
Sé que soy demasiado querendona, pero no puedo evitar serlo. Muchas amigas me dicen que debería ser más fría y calculadora. Trato de ser así, pero no puedo. Cuando yo quiero a alguien lo hago con todo el corazón y doy todo sin importar, ni pensar que voy a salir herida.
Para mí, el amor es parte esencial de la vida. Yo me amo y de la misma manera que me amo lo hago con la persona que tengo al lado – me refiero al amor de pareja-. No siempre he salido bien parada o no siempre he hecho una buena elección, pero finalmente he vivido y sentido al máximo lo que es dar todo por alguien que amas.
Lo que no entiendo hasta la fecha es como existen personas que pueden ilusionar a alguien y luego dejarla, en otras palabras jugar con los sentimientos, obvio si es que lo hacen a sabiendas, ya que yo lo hice una vez y no fue a propósito, pero lo hice. Comencé una relación que apenas duró un mes porque sentí que no me completaba y que no era yo cuando estaba con él. Mi error fue aceptarlo e ilusionarlo, pero sé que la decisión de terminar con él fue la más acertada. Era mejor una verdad cruel que una mentira duradera. Finalmente él me detesta y frente a eso no puedo hacer nada. Ya el tiempo pasará y podremos ser amigos. Lo que quiero dejar bien claro es que en ningún momento fue mi intención herirlo, me di una oportunidad con él – como él me lo pidió- pero no funcionó. Yo no soy de las personas que van por la vida jugando con los sentimientos solo con el fin de alimentar su ego, así que si estás leyendo este artículo, de todo corazón te pido mil disculpas. Ahora por otro lado, esa cuestión del Karma y de la ley de Causa-Efecto en verdad existe y lo estoy comprobando. En este preciso momento de mi vida estoy ilusionada con alguien que realmente no sé si vale la pena, eso solo el tiempo lo dirá. Con esta nueva experiencia me he prometido a mí, jamás volver a ilusionar a alguien si no estoy segura de lo que siento, pues ahora lo estoy viviendo en carne propia.
Me digo y me repito, una y otra vez, porqué miércoles me tuve que fijar en alguien tan complicado y ocupado que apenas tiene tiempo para ir al baño. Una no elige de quién enamorarse, simplemente fluye y en este caso en particular está fluyendo pero de mi parte y no sé si fluye de parte de él…¡¡¡jajajaj!!! Solamente queda reírme de la falta de tino que tengo para elegir.
Recuerdo una frase que usaban mucho en una radio de la ciudad Trujillo – lugar donde viví casi como 18 años de mi vida- esa frase era así: “Tu corazón siempre tiene la razón”… graciosa, ¿verdad?. El corazón no siempre tiene la razón, la razón se anula por las hormonas que nos invaden y hacen prevalecer la sin razón…jejeje…¡Bendita Oxitocina!
La verdad ya no creo en eso que existe la media naranja o media manzana o medio melón o medio lo que sea, lo que sí sé es que cuando encuentre a la persona indicada la aceptaré con sus defectos y virtudes y la amaré tanto, tanto que mi corazón explosionará de amor. Suena cursi, pero sin la cursilería no existiría el día de los enamorados, ni tampoco los peluches, ni los chocolates, ni las rosas, ni los bombones, ni los globos gigantes, etc. ¡Qué viva la cursilería!
Esta personita con la que estoy ilusionada saca lo más lindo de mí y también lo más loco y malo que pueda yo tener. Voy de un extremo al otro. No encuentro un punto de equilibrio. Soy como un loco calato caminando sin rumbo en el amor… ¡Qué buena comparación!
Hace un par de días atrás me vino un ataque de rabia que no pude controlar – de lo cual me arrepiento- pues por ese mal sentimiento escribí un poema muy cruel, se lo envié a la persona que me lo inspiró y creo que hice mal. Hasta la fecha no me escribe y creo que la fregué. La verdad que nosotras las mujeres somos demasiado confusas, impulsivas y a veces exageramos las cosas, pero como dice un dicho por ahí que escuché: “Mujer que no jode no es mujer”, así que por ese lado mi género femenino está bien representado en mi persona…jijiji. Solo me queda encontrar el lado gracioso de las estupideces que hago.
Decidí escribir esta reflexión porque es una manera de liberarme y sacar todo lo que me ata. Realmente no sabría decir a ciencia cierta si yo le intereso o si solo soy algo pasajero en su vida, sea cual sea el caso, yo voy a vivir el presente. Como dijo un amigo que acabo de conocer – mi amigo Luis Arellano- “La vida cuenta con tres tiempos; pasado, presente y futuro. El pasado es solo una puerta que limita al presente y el presente es la puerta al futuro”. Así que voy a luchar por mi presente sin lastimar y malograr mi futuro.
La vida es una y hay que vivirla, pero sin dañar al prójimo.
CJAT