martes, 11 de octubre de 2016

UNA HISTORIA DE "AMOR". CAPÍTULO II: El primer contacto virtual.

Pasaron un par de semanas, y no podía sacarme de la mente la imagen de su figura alta, vestida de negro. Tomaba mi celular y veía su número, una y otra vez, no sabía qué hacer; si enviarle un mensaje o esperar a que él lo haga. La sensación de no saber cómo actuar me carcomía el pensamiento; mis manos sudaban, mis latidos se aceleraban, hasta que finalmente decidí hacerlo. Entonces, cogí mi celular y le envié un mensaje por “Facebook”, el cual tenía escrito un acróstico con las iniciales de su nombre. Ese fue el inició de una serie de poemas dedicados a su persona, que fluían con una inspiración jamás sentida antes.
Al comienzo no tuve respuesta inmediata, pero luego de unos días, obtuve una respuesta picaresca, que parecía un juego de doble sentido.  Además, el hecho que una quiera conquistar a un hombre, no tiene nada de malo; inclusive creo que las mujeres también debemos de tomar la iniciativa, ya que hay muchos hombres que son algo tímidos y , por qué no, a veces es bueno darles una manito con ese temita.
Todas nuestras conversaciones eran mediante messenger o whatsapp, hasta que la noche de un domingo, me llegó un mensaje muy sorpresivo en donde él me escribía: “¿Más tarde, tendrás unos minutitos para conversar en persona?” ¡no lo podía creer!,  por fin iba a tenerlo frente a frente sin tanto ruido; pero lo que no tomé en cuenta, era que su frase de “más tarde”, sería un “bien tarde”; no pensaba que sus horarios eran tan complicados, para ser más exacta él vino a mi casa a eso de las 11:45 PM, casi ya a medianoche, mismo príncipe encantado.
No tocó el timbre, simplemente timbró a mi celular, pues no pudo dar con el número de mi casa; entonces salí, y lo primero que vi fue su silueta alta y espigada en extremo; en esta oportunidad no tenía sus cabellos canosos parados, sino que, ahora los tenía peinados tipo “The Beatles”, se le veía rarísimo sin su “look” seductor; pero su mirada era muy penetrante y directa. Yo tímidamente atiné a saludarlo con un beso en la mejilla; pero él como todo hombre intimidante, me dijo: “¿No me vas a dar un abrazo fuerte?”, a lo que yo no pude negarme. Su aroma era delicioso, una mezcla entre sudor de todo el día y un perfume varonil tenue. Definitivamente, yo estaba atraída a su ser; no creo que a todas les parezca riquísimo sentir el humor de un cuerpo que ha trajinado todo el día.
Subí a conversar a su auto – uno pequeño, tipo sedán de una marca conocida, de color plateado – y en seguida me contó que no era su vehículo; pues el suyo recién se lo iban a entregar, y que éste era uno que el concesionario de autos le había prestado, hasta que le entreguen el que le correspondía; pues habían tenido una serie de demoras por trámites documentarios. En fin, en realidad yo no tenía interés en eso, lo único que quería, era saber de él; de dónde era, de dónde venía, etc. Me preguntó que quería hacer, entonces le dije que vayamos a un lugar tranquilo, de preferencia cerca al mar para charlar en paz. Es así que puso en marcha el auto, y me llevó “Al Faro”, que es un lugar de Miraflores que está frente al mar, es como una pequeña plazuela que tiene un faro en el centro. Además, era demasiado tarde para encontrar un lugar para conversar sin tanta gente, pues a esa hora solamente había discotecas, “pubs” y demás. Se estacionó, realmente hacía frío; pero sentirlo a mi lado, era más que suficiente para calmar la sensación de helada. Finalmente decidimos no bajar del auto, pues el frío no daba tantas ganas, pero el olor del mar se percibía muy claramente.
Me contó que él tocaba la batería desde los 17 años, y desde que terminó el colegio tenía en mente el tema de la música, no quería saber nada de estar metido 05 años de su vida en un recinto asfixiante; es ahí cuando supe que la banda en donde él tocaba era conocida en el ambiente musical; ya que habían sido finalistas de un programa de concursos de bandas, y además de ello, el cantante del grupo también había sido finalista de otro concurso de canto. También supe recién que él había tocado en un grupo conocido de los 90´s; para mí toda una novedad, puesto que, como yo no había crecido en la capital, Lima; sino que toda mi niñez y adolescencia la había pasado en provincia, no tenía la más mínima idea de los grupos que él me estaba mencionando. Me contó también que a los 28 años, decidió estudiar fotografía para poder alternar la música con otra profesión; y déjenme decirles que es un magnífico fotógrafo y uno de los mejores bateristas que hay en el medio; ahora lo sé.
Bueno, después de tanta conversación el ambiente se quedó en silencio, nos quedamos mirando, y nuestros rostros empezaron a acercarse lentamente; su respiración cada vez se sentía más fuerte, y su olor cada vez más intenso – las feromonas estaban jugando un papel importante en ese momento -. Lo primero que sentí fue la calidez de sus labios, seguidos de un sabor sumamente  exquisito; su lengua se movía suavemente, como si se tratara de un picaflor cuando se posa en los pétalos de su flor. Fue el beso más apasionado que jamás tuve, pero al mismo tiempo el más calmado y dulce. Para ese instante, ya sabía que la que perdería la apuesta sería yo.
Luego de besarnos por un largo rato, sin descanso; nos separamos despacito y nos quedamos mirando. Le dije que ya era muy tarde y que era hora de regresar. Arrancó el auto y todo el camino nos quedamos en silencio; pero no era un silencio incómodo, sino que era como de paz. Me dejó en la puerta de mi casa, y nos despedimos con un abrazo, de esos que te rompen los huesos, pero con dulzura, y con un beso tiernamente pasional.
Ya no quería seguir con la apuesta. No podía. Yo sabía que era inevitable separar una cosa de otra. Estaba totalmente confundida.

Continuará. El Capítulo III: ¿Qué me está sucediendo?

CJAT