Pasaron un par de semanas, y no podía sacarme
de la mente la imagen de su figura alta, vestida de negro. Tomaba mi celular y
veía su número, una y otra vez, no sabía qué hacer; si enviarle un mensaje o
esperar a que él lo haga. La sensación de no saber cómo actuar me carcomía el
pensamiento; mis manos sudaban, mis latidos se aceleraban, hasta que finalmente
decidí hacerlo. Entonces, cogí mi celular y le envié un mensaje por “Facebook”, el cual tenía escrito un
acróstico con las iniciales de su nombre. Ese fue el inició de una serie de
poemas dedicados a su persona, que fluían con una inspiración jamás sentida
antes.
Al comienzo no tuve respuesta inmediata, pero
luego de unos días, obtuve una respuesta picaresca, que parecía un juego de
doble sentido. Además, el hecho que una
quiera conquistar a un hombre, no tiene nada de malo; inclusive creo que las
mujeres también debemos de tomar la iniciativa, ya que hay muchos hombres que
son algo tímidos y , por qué no, a veces es bueno darles una manito con ese
temita.
Todas nuestras conversaciones eran mediante messenger o whatsapp, hasta que la noche de un domingo, me llegó un mensaje muy
sorpresivo en donde él me escribía: “¿Más tarde, tendrás unos minutitos para
conversar en persona?” ¡no lo podía creer!, por fin iba a tenerlo frente a frente sin
tanto ruido; pero lo que no tomé en cuenta, era que su frase de “más tarde”,
sería un “bien tarde”; no pensaba que sus horarios eran tan complicados, para
ser más exacta él vino a mi casa a eso de las 11:45 PM, casi ya a medianoche,
mismo príncipe encantado.
No tocó el timbre, simplemente timbró a mi
celular, pues no pudo dar con el número de mi casa; entonces salí, y lo primero
que vi fue su silueta alta y espigada en extremo; en esta oportunidad no tenía
sus cabellos canosos parados, sino que, ahora los tenía peinados tipo “The
Beatles”, se le veía rarísimo sin su “look” seductor; pero su mirada era muy
penetrante y directa. Yo tímidamente atiné a saludarlo con un beso en la
mejilla; pero él como todo hombre intimidante, me dijo: “¿No me vas a dar un
abrazo fuerte?”, a lo que yo no pude negarme. Su aroma era delicioso, una
mezcla entre sudor de todo el día y un perfume varonil tenue. Definitivamente, yo
estaba atraída a su ser; no creo que a todas les parezca riquísimo sentir el
humor de un cuerpo que ha trajinado todo el día.
Subí a conversar a su auto – uno pequeño,
tipo sedán de una marca conocida, de color plateado – y en seguida me contó que
no era su vehículo; pues el suyo recién se lo iban a entregar, y que éste era
uno que el concesionario de autos le había prestado, hasta que le entreguen el
que le correspondía; pues habían tenido una serie de demoras por trámites
documentarios. En fin, en realidad yo no tenía interés en eso, lo único que
quería, era saber de él; de dónde era, de dónde venía, etc. Me preguntó que
quería hacer, entonces le dije que vayamos a un lugar tranquilo, de preferencia
cerca al mar para charlar en paz. Es así que puso en marcha el auto, y me llevó
“Al Faro”, que es un lugar de Miraflores que está frente al mar, es como una
pequeña plazuela que tiene un faro en el centro. Además, era demasiado tarde para
encontrar un lugar para conversar sin tanta gente, pues a esa hora solamente
había discotecas, “pubs” y demás. Se estacionó, realmente hacía frío; pero
sentirlo a mi lado, era más que suficiente para calmar la sensación de helada. Finalmente
decidimos no bajar del auto, pues el frío no daba tantas ganas, pero el olor
del mar se percibía muy claramente.
Me contó que él tocaba la batería desde los
17 años, y desde que terminó el colegio tenía en mente el tema de la música, no
quería saber nada de estar metido 05 años de su vida en un recinto asfixiante;
es ahí cuando supe que la banda en donde él tocaba era conocida en el ambiente
musical; ya que habían sido finalistas de un programa de concursos de bandas, y
además de ello, el cantante del grupo también había sido finalista de otro
concurso de canto. También supe recién que él había tocado en un grupo conocido
de los 90´s; para mí toda una novedad, puesto que, como yo no había crecido en
la capital, Lima; sino que toda mi niñez y adolescencia la había pasado en
provincia, no tenía la más mínima idea de los grupos que él me estaba
mencionando. Me contó también que a los 28 años, decidió estudiar fotografía
para poder alternar la música con otra profesión; y déjenme decirles que es un
magnífico fotógrafo y uno de los mejores bateristas que hay en el medio; ahora
lo sé.
Bueno, después de tanta conversación el
ambiente se quedó en silencio, nos quedamos mirando, y nuestros rostros
empezaron a acercarse lentamente; su respiración cada vez se sentía más fuerte,
y su olor cada vez más intenso – las feromonas estaban jugando un papel
importante en ese momento -. Lo primero que sentí fue la calidez de sus labios,
seguidos de un sabor sumamente exquisito;
su lengua se movía suavemente, como si se tratara de un picaflor cuando se posa
en los pétalos de su flor. Fue el beso más apasionado que jamás tuve, pero al
mismo tiempo el más calmado y dulce. Para ese instante, ya sabía que la que
perdería la apuesta sería yo.
Luego de besarnos por un largo rato, sin
descanso; nos separamos despacito y nos quedamos mirando. Le dije que ya era
muy tarde y que era hora de regresar. Arrancó el auto y todo el camino nos
quedamos en silencio; pero no era un silencio incómodo, sino que era como de
paz. Me dejó en la puerta de mi casa, y nos despedimos con un abrazo, de esos
que te rompen los huesos, pero con dulzura, y con un beso tiernamente pasional.
Ya no quería seguir con la apuesta. No podía.
Yo sabía que era inevitable separar una cosa de otra. Estaba totalmente
confundida.
CJAT