Hoy comprendí que las cosas
muchas veces no son lo que parecen o lo que se esperan. A veces creemos que nos
quieren en su vida y al segundo cambiaron de parecer. Haces planes en tu
imaginación y piensas que por fin llegó la persona que complementa tu
existencia, pero finalmente te das cuenta que el vacío sigue presente, que la
soledad sigue presente y que lo único que logra llenar ese espacio eres tú
misma, tu amor, el amor que das a los demás sin esperar recibir lo mismo.
No lograba entender – hasta hace
unos minutos - el por qué las personas
me buscan para que las ayude, para que les dé consejos, para que las escuche.
Siempre soy yo quien orienta, pero quien me orienta a mí, quién me escucha.
Dicen que tengo un aura muy buena, muy clara; pero últimamente solo he sentido
tristeza y soledad. Y únicamente esa soledad se va cuando estoy cerca de ti, no
importa si no hablas, no interesa si no veo tus ojos, el solo hecho de estar me
complementa. Tú eres quien le da sentido a mi vida y en mis peores momentos
estás cerca, en mis peores momentos me das la fuerza de no dejarme abatir por
la oscuridad de lo negativo. Tú me levantas y tu energía es la que me sigue
guiando. Basta que te llame (figurativamente, pues te llamo con el corazón)
para que tu voz aparezca en mi mente y como quien no quiere la cosa, me calmas,
me apaciguas y me das paz.
Gracias por quedarte y amarme tal
y cual soy, por decirme que el amor no está en lo que lo demás me puedan dar,
sino en lo que yo pueda dar a los demás. Hoy comprendí que amar no es encontrar
el amor de tu vida, sino muy por el contrario, amar es amarte tan y tan fuerte
que ese amor salga por tus poros y contagie a todos los que están a tu alrededor.
Tu mandamiento lo dice: “Ama a tu
prójimo como a ti mismo”.
Gracias Padre porque ya me oíste.