Este poema narra la historia
de una pareja que no está realmente junta. Se ven cuando hay la oportunidad de
hacerlo, que casi siempre es en espacios de tiempo prolongados.
Un simple beso detiene el
tiempo y un abrazo paraliza todo el universo.
No son necesarias las palabras, solamente las miradas expresan todo.
No se reprochan, ni se
critican, simplemente aceptan la forma en que les tocó encontrarse en este
mundo. No saben si permanecerán unidos. No piensan en ello, sólo viven el
instante que les da felicidad.
El aroma que emana
tu piel,
en mi olfato se
convierte en placer.
La sal que de tus
poros brota,
son la sazón que
excita a mi boca.
Te hallé en una
noche sin estrellas.
Te hallé con la
brisa fría del mar.
Te hallé en lo
profundo de “Ella”
y “Ella” soy yo
quien te ama sin pensar.
Te envolví otra
vez en mis brazos,
para protegerte de
tu fiel soledad.
Me recibiste con
tu amor callado,
y con las caricias
que tú sabes dar.
Prometimos un
encuentro cercano,
sin fecha, sin
hora y sin un lugar.
Prometimos sin
realmente prometer
que de nuevo yo te
volvería a ver.
Preguntaste si mis
poemas tenían,
algo de cierto o
algo de falsedad.
Yo te dije que eran
un 70 y 30,
pero no te dije
realmente la verdad.
Sentiré en mi
memoria tu presencia,
con un recuerdo
rico de recordar.
Sentiré el olor
único de tu esencia,
que solamente yo
sé diferenciar.
Mis sentidos son
únicamente uno,
cuando en ti trato
de pensar.
Te prometo también
amarte callada,
y así sin miedo me
he de entregar.
Termino este poema
tuyo,
como siempre he de
culminar,
Esperando algún
día entiendas,
que esta mujer
siempre te ha de amar.
CJAT
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