martes, 29 de noviembre de 2016

UNA HISTORIA DE "AMOR". CAPÍTULO III: ¿Qué me está sucediendo?

Después de esa noche mágica, llena de dulzura y sensualidad, decidí dejar de lado el hecho de la apuesta que había pactado con mi amiga. Ella ganó y cumplí con lo apostado, no le dije lo que había pasado; pues no lo creía idóneo, que aunque yo pude haber cobrado la apuesta, lo haga; ya que  mi corazón y parte de la razón me decían que no era lo correcto.  Muchas veces una no calcula que los sentimientos son más fuertes. Obviamente, ya no viene al caso mencionar de qué monto se trató la apuesta, pues ya no es de importancia. Ahora solo quería que lo que inició como algo de juego, pueda seguir su curso sin presiones, sin falsedades y simplemente siendo nosotros mismos. Es más, posiblemente, él esté leyendo esto y recién se esté enterando que mi afán de acercarme fue, en un comienzo, solo por una apuesta. Cabe aclarar que es solo al inicio, porque ni bien conversé con él, me percaté del gran error que hubiese cometido al seguir con el absurdo juego; pues la que se estaba enganchando era yo y no él.
No contaba, con  que él tenía una personalidad sumamente extraña; pues así como apareció, de esa misma forma, desapareció y no supe de él sino hasta el 14 de febrero. Recuerdo que ese día; había quedado en salir con una amiga al karaoke, solamente las dos, a cantar y desestresarnos, lejos de hombres que nos compliquen la existencia. No tenía la más mínima idea que él me mensajearía; pues de la manera como desapareció, supuse que yo era una más en su lista de mujeres. Este pensamiento no está lejos de ser cierto, porque el mundo en el que él se desenvuelve, está lleno de apariencias, superficialidades, banalidades y demás; pero algo había en él que me decía que su manera de ser no era así. Creo que me dejé llevar por la conexión que sentí, y no por la realidad. La oxitocina que generaba mi ser cuando estaba frente a su presencia, era tal, que cegaba mi raciocinio. En fin, el 14 de febrero, cayó un día sábado o viernes, ya ni recuerdo bien.
Ese día me alisté y me puse unos jeans oscuros, zapatos de taco, una blusa holgada, semitransparente de color blanco hueso. Me maquillé un poco, y me dispuse a ir en busca de mi amiga que vive a cinco cuadras de mi casa. La recogí. Ella se había puesto un vestido bien entallado y sus zapatos de plataforma con taco. A ella le encantan los vestidos, muy por el contrario a mi persona, que en realidad soy más de jeans, leggins, faldas o polivestidos. Me gusta sentir soltura, pero en este caso había hecho una excepción y me había calzado unos tacones de 10 centímetros. Cuando llegué, ella ya estaba lista, así que tomamos el taxi con dirección a un karaoke que está cerca de donde vivimos. Al llegar, el lugar estaba lleno, por lo que nos ubicamos en unos asientos que están en la barra. Desde ahí empezamos la celebración del “Día de la Amistad”. Pasaron algo de 4 horas, cuando en eso sonó mi celular. Era un mensaje, de whatsapp, que decía: "¿Estás viva?"; la verdad dudé un poco en responder y no lo hice sino hasta después de 20 minutos. Era él, y me sorprendió esa rara forma de saludar. Le respondí: "Sí, estoy en el karaoke con una amiga", a lo que él respondió que no quería interrumpir. Inmediatamente, miré a mi amiga y observé que estaba con cara de sueño, ya entrando en trance para el regreso a casa; por lo que atiné a responderle que yo ya estaba de salida, puesto que mi amiga ya estaba entrando en el país de los sueños. Lo que sí me pareció extraño, es que él no tenga planes un día como el “Día de San Valentín”. Bueno, pero realmente, me agradó que me escriba y que me busque. Finalmente, quedamos en que me recogería del karaoke y que iríamos a pasear.
Le comenté a mi amiga que el "flaco" me había escrito y que como ella ya estaba más para la otra dimensión que para ésta; había aceptado verlo, y me estaba yendo a recoger. Ella, como es práctica, no se hizo problemas, y aprovechó la oportunidad para que la dejemos en la puerta de su casa.
Una hora después, me llegó un mensaje de aviso que él ya estaba afuera esperando por mí. Salimos, y con toda educación le pedí, el favor, si podíamos darle un aventón a mi amiga hasta su casa, a lo que él no se negó en absoluto, y como todo un caballero, aceptó mi petición.
Después de dejar a mi amiga en su casa, nos dirigimos hacia el distrito de Barranco, para ser más exacta, al Malecón de Saenz Peña. Ahí estacionó su camioneta, y bajamos a estirar las piernas. El olor del mar, la luz de la luna, el murmullo de las olas marinas y su presencia, eran todo lo que yo podía querer en ese preciso instante. Me miró y lo miré, estiré mis brazos e hice el ademán de bailar pegados, a lo que él respondió afirmativamente, y le dije al oído que cierre los ojos e imagine que el sonido de las olas es una balada. Comencé a moverme de un lado a otro, el siguió mi ritmo suave; pero solamente por unos minutos, luego de ello, tomo mi rostro entre sus manos y lo acercó al suyo. Me dio un beso riquísimo, de esos que levantas el pie derecho, como cuando la princesa de Disney baila con su príncipe. Ja, ja, ja; a veces soy demasiado cursi para describir lo que vivo, pero es interesante relatar una historia así, con esos detallitos.
Luego de ese baile y beso de película, subimos a la camioneta, pues el frío que hacía era raro de la época, pues supuestamente estábamos en verano; pero creo que el clima y la atmósfera se habían confabulado conmigo, para que ese friecito haga que estemos más juntitos. Ya en el vehículo, nos sentamos en la parte de atrás e iniciamos una conversación de lo que él había estado haciendo. Me di con la sorpresa que él había estado trabajando hasta una hora antes de recogerme. Le creí, no tenía por qué no hacerlo. Yo le conté algunas cosas mías, y luego de eso vino un silencio de miradas, seguidas de un abrazo fuerte, que duró casi como 10 minutos de puro sentir, sin palabras; solamente puro contacto de cuerpo. En ese abrazo, sentí una paz exageradamente increíble, era como haber encontrado a mi alma gemela (no necesariamente el alma gemela, es con quien te quedas en esta vida) Una conexión no sentida anteriormente, ni siquiera con la persona con la que estuve a punto de casarme.  Es por ello que digo, que no necesariamente tu alma gemela es con quien te quedas en esta vida; pero ese es otro tema del que más adelante en otros escritos voy a tocar. Fue ese especial acercamiento que percibió mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón, lo que hizo que un miedo suba desde la punta de los dedos de los pies hasta la última hebra de mi cabello; pero en lugar de frenarme, me daba más valor de continuar con esta historia, que ni yo sabía cómo comenzó y en qué terminaría. Sus besos eran más hermosos uno que otro, la suavidad de sus labios era indescriptible, el sabor de su boca era el néctar más delicioso, jamás antes probado por mi experiencia amorosa. Era como si un rompecabezas, por fin, pudo encontrar la pieza que faltaba. Me sentía totalmente confundida y feliz. Dos sentimientos paradójicamente bellos, creo yo.
Él me parecía un hombre tan misterioso, que yo quería descifrar todo de él. Esa sensación de intentar averiguar todo, me envolvía cada vez más. Ya había caído en mi propio juego. Él no intentada nada más y eso me halagaba; pues generalmente, los hombres cuando ven que una mujer responde a sus besos, abrazos, en la mayoría de los casos, buscan tener otro tipo de intimidad; pero él no.  Él respetaba esa línea tan delgada, que en cualquier momento, yo pude haber sobre pasado sin ningún remordimiento. Él era un hombre demasiado enigmático. Yo quería ser parte de ese enigma.
Finalmente, pasaron las horas, que para mí fueron muy rápidas. Yo hubiese querido que esas horas sean eternas, pero llegado el momento, él me llevó de regreso a casa e igual que la última vez; se despidió con una abrazo fortísimo, como si su alma traspasara la mía, seguido de un beso dulce, suave, tierno, pasional y larguísimo. Yo, definitivamente, ya no sabía lo que hacía. Estaba cayendo en mi propia trampa y no sabría cómo salir. Intuía que la que saldría perdiendo en esto, sería yo; pues nada me garantizaba que yo fuese la única con la que él estaba flirteando. Mejor ni pensaba en ello. Yo iba a continuar este romance, mientras mi corazón, mi razón y en especial mi alma, me lo permitan.

Continuará en el Capítulo IV: Soy yo o eres tú. No comprendo.

CJAT