Así como existen hombres difíciles de
comprometerse, también existimos aquellas mujeres que se nos complica establecer
una relación, y no es porque no estemos
preparadas para formalizar; sino que somos más difíciles de conquistar, y
siempre esperamos algo más que una simple relación pasajera. Es verdad que
amamos con locura, y nos entregamos por completo a la persona con quien tenemos
una relación, pero se nos genera un
conflicto el hecho de pensar en la
convivencia. Tenemos manías muy puntuales y marcadas que algunos no toleran.
Sabemos lo que esperamos del futuro, ya sea en compañía de alguien o sin ella.
Esto no quiere decir que no tengamos en nuestros planes el vivir junto a
alguien, y el compartir una vida en pareja.
Lo que nosotras queremos a esta edad, es alguien
que también tenga metas fijas, que haga respetar sus pensamientos, y que no por
el hecho de querer caer bien, nos dé la razón en todo. Queremos alguien que nos
dé nuestro espacio, que no nos hostigue a cada momento, salvo que sea para
enviar algún mensaje, palabra o frase de aliento, pero sin celos absurdos.
Queremos hombres seguros de sí, que busquen en
nosotras un apoyo y nosotros también en ellos, sin llegar a la dependencia
mutua. Anhelamos sentirnos seguras y protegidas, pero no dependientes.
Las mujeres a los treinta nos volvemos más
exigentes y sabemos que no encontraremos un príncipe azul; por lo tanto, los
hombres no pretendan conquistarnos con palabrería barata de cuento de hadas;
sin embargo, el romanticismo en su justa medida es aceptado y valorado.
Una mujer a partir de los treinta, ya no busca un
hombre prototipo “ken”, ahora vemos más allá de las apariencias. Nos centramos
mucho más en los sentimientos que en el aspecto físico, estamos en busca de
alguien que nos estimule no solo el cuerpo, sino el alma y el cerebro.
Somos más analíticas, lo que no significa que
seamos frías; es simplemente que hemos pasado por tantas relaciones que ya
sabemos qué cosa queremos y que no.
No solamente esperamos que el hombre proponga, sino
también nosotras tomamos la iniciativa y somos detallistas. Hablamos con claridad de nuestros
sentimientos sin miedo a que por ello, el hombre se aleje.
Queremos un hombre que festeje nuestros logros y
que no se sienta intimidado por ellos. Nosotras también nos alegramos por sus
logros.
Conquistar a una mujer de la base 3 también requiere
algo de romanticismo; besos, abrazos, flores,
chocolates, peluches. La cursilería es bien recibida a cualquier edad, y el
sentirse amada, segura y respetada es lo primordial para hacer feliz a una
mujer como nosotras.
Así que si tú, hombre que estás leyendo este
artículo, estás saliendo con una mujer soltera treintañera, no pretendas
moldearnos a tu forma; sino que trata de adaptarte a nosotras, que nosotras
somos tolerantes, inteligentes y maduras para adaptarnos a tus manías, miedos,
y respetarte tanto como te lo merezcas.
Sabemos proteger y dejamos que nos protejan. No estamos en competencia y
hemos aprendido a amar a plenitud.
Las mujeres complicadas no existen, lo que existen
son mujeres que saben lo que quieren y con quien lo quieren.
CJAT